jueves, 19 de julio de 2012

En la cafetería de Dos Hermanas

  En la cafetería de la estación de Dos Hermanas. Once de la mañana. Una voz volcánica parte de un espécimen monstruoso. La mujer gruesa y rechapada. Restalla en todo el recinto, atraviesa las mesas hasta detenerse en quien atrapó su atención.
  - ¡¡Diooooohhhhhhhssssssss!! ¡¡Qué sorrrrrrrprrrrresa!! ¡¡ Tú qué haces en mi pueblo??
  La voz de trompeta tenor explosiva, metálica. La mole se balancea aparatosamente, sortea las mesas, se planta delante de mí, ya no puedo disimular más: soy el centro de atención; los ojos de los parroquianos convergen en mí; a lo mejor el dueño pensó avisar a seguridad para evitar que me molestaran. Como un resorte, la saludo:  
  - Me alegro de verte.
  Consigo conducirla hacia una conversación sosegada, logro que disminuya el volumen de su voz, domo su natural fogosidad.

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