viernes, 26 de abril de 2013

Es una forma de morir



  Es una forma de morir cuyo grado de agonía desconocemos, incluso pudo ser repentina (infarto, hipotermia, sobredosis…) y, por tanto, no haberla habido. Diremos: no sufrió. El hueco queda inservible sin él, sin ese envoltorio de harapos que allí dormía y ahora es un pequeño santuario con velas y flores (pronto las quitarán) y un cartelito-epitafio que da cuenta de su desdicha. La sucursal de Banco a la que por aquí se accedía ya no existe, a través de los cristales se contempla un espacioso local desamueblado, vacío; en Canalejas hay la antesala de uno parecido en el que se acomodan tres bultos a la noche. El local daría para tantos o más, pero él (el Portugués), de largo periplo por otros tantos huecos de baldosa fría, inmediatez callejera y renuncia a privilegios de maniquí, se conformaba con este, de medidas idóneas y abrigo relativo. Enfrente un bar concurrido, por medio el rumor de los viandantes, evanescente conforme la noche se hacía más negra (convenía emigrar los fines de semana para no tentar a los gamberros de los botellones). Es una forma de morir cuyo grado de costumbre se aviene a la cotidianidad de una guerra silenciosa por subsistir, tan imperceptible que no se sabe quienes son los enemigos y con cuantos efectivos cuentan. Durante el día vigilaba como en una garita las conciencias de quienes entraban en la iglesia de la patrona o la de quienes pasaban a lo lejos, sin saber que acometían una maniobra de repliegue. El campo de batalla deja restos aprovechables, servibles, para poder insistir en una estrategia de resistencia frente a los demonios que no han de penetrar las fortificaciones que salvaguardan los engranajes para que todo esto ruede y generalmente se pueda morir en casa o en hospital. La sombra figurativa ocupa el hueco, las velas, las flores (pronto las quitarán). No se sabe bien si será factible destacar aquí un nuevo efectivo después de que lo hayamos regado de un recuerdo ominoso que no se sabe a quién culpa si no es a la libertad del individuo. Ya lo ocuparán. Cuando el local acomode otro banco y sepulte el recuerdo. Porque tienen que abrir sucursales para que estos duerman en pañales mientras otros hacen transacciones al cielo.

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