sábado, 10 de noviembre de 2012

Ex policía corrupto.



  No es algo de lo que esté orgulloso, pero es así, lo ha hecho. En el 78 su primer cometido fue la vigilancia en un colegio electoral, aquí en Cádiz, de gris, entonces se llamaba policía armada. Ha estado luego en muchos destinos, pero principalmente en Sevilla.
  El sueldo de un policía es bajo, encima hay que pagar hipoteca, colegio de niños, comunidad, luz, agua, coche, etc. De no ser por los extras, no sobreviviría.
  La excusa de apartar de los alijos es pagar soplones. Pero claro, la tentación es grande y al final acaban negociando o consumiendo. Todo el mundo está pringado, hasta los comisarios.
  Con el tiempo el síndrome de abstinencia recrudece la ansiedad y no tienen reparos en actuar con violencia, en abusar de sus contactos, en arriesgar su vida y exponer las de los demás. Llegó a entrar en casas de las Tres Mil Viviendas, barrio desfavorecido de Sevilla, donde se asienta el hampa de la droga, pistola en mano, atracando a los narcos, para que soltaran cuanto escondieran de valor: dinero, joyas, droga.
  El rostro descompuesto, fiero, poseído, la pistola apuntando con las manos crispadas, por la boca escupiendo invectivas y odio. Imagino en aquel trance su rostro ahora apacible, bondadoso, servicial, entregado dócilmente a las pautas que le dictan desde Cáritas. Los ojos desprovistos de vigor e irritabilidad, el habla serena y afectuosa, reconociéndose en un pasado cáustico, enajenado.
  Aquí sólo me hizo sospechar de su otra faceta por algunos comentarios advenedizos y relampagueantes, al coincidir la conversación sobre algunos usuarios: Esa necesita un nabo constantemente, se la nota, es una pelandusca, menuda..., refiriéndose a la hondureña, descotada y risueña con los hombres... No me extraña del argentino, son así, muy celosos y remachos, le montará unas broncas..., refiriéndose al novio. La vez que le encaró R. contuvo su mirada iracunda, rostro contra rostro, venía a investirse defensor de los débiles porque él amonestó a Rosario por los ruidos mañaneros, lo dejó correr, a pesar del desafío en la calle, se manejó con temple, es un busca bocas, los nervios en las manos... ¿Habría reaccionado igual siendo el corrupto policía del pasado?
  Cumplió cárcel porque un narco le denunció después de uno de sus asaltos, había violado su intimidad, irrumpido en su domicilio sin orden judicial, lo había desplumado. El narco hizo valer sus derechos, el juez le dio la razón.
  Por desgracia ese es el panorama de corrupción policial, refiere algunas noticias recientes donde él infiere los entresijos que ha conocido y son los que rellenan la explicación de lo ocurrido, la desaparición de parte de los alijos, etc., ese manejo paralelo, solapado, de normas que soslayan las escritas. Existe la brigada antivicio, anticorrupción, como en las películas americanas, versión española; pero de poco vale.
  A él le perjudicó, le destrozó, porque acabó enganchado a la droga, sojuzgado a su tiranía. Hoy está en fase de recuperación.

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