No es algo de lo que esté orgulloso, pero es
así, lo ha hecho. En el 78 su primer cometido fue la vigilancia en un colegio
electoral, aquí en Cádiz, de gris, entonces se llamaba policía armada. Ha
estado luego en muchos destinos, pero principalmente en Sevilla.
El sueldo de un policía es bajo, encima hay
que pagar hipoteca, colegio de niños, comunidad, luz, agua, coche, etc. De no
ser por los extras, no sobreviviría.
La excusa de apartar de los alijos es pagar
soplones. Pero claro, la tentación es grande y al final acaban negociando o
consumiendo. Todo el mundo está pringado, hasta los comisarios.
Con el tiempo el síndrome de abstinencia
recrudece la ansiedad y no tienen reparos en actuar con violencia, en abusar de
sus contactos, en arriesgar su vida y exponer las de los demás. Llegó a entrar
en casas de las Tres Mil Viviendas, barrio desfavorecido de Sevilla, donde se
asienta el hampa de la droga, pistola en mano, atracando a los narcos, para que
soltaran cuanto escondieran de valor: dinero, joyas, droga.
El rostro descompuesto, fiero, poseído, la
pistola apuntando con las manos crispadas, por la boca escupiendo invectivas y
odio. Imagino en aquel trance su rostro ahora apacible, bondadoso, servicial,
entregado dócilmente a las pautas que le dictan desde Cáritas. Los ojos
desprovistos de vigor e irritabilidad, el habla serena y afectuosa, reconociéndose
en un pasado cáustico, enajenado.
Aquí sólo me hizo sospechar de su otra faceta
por algunos comentarios advenedizos y relampagueantes, al coincidir la
conversación sobre algunos usuarios: Esa necesita un nabo constantemente, se la
nota, es una pelandusca, menuda..., refiriéndose a la hondureña, descotada y
risueña con los hombres... No me extraña del argentino, son así, muy celosos y
remachos, le montará unas broncas..., refiriéndose al novio. La vez que le encaró
R. contuvo su mirada iracunda, rostro contra rostro, venía a investirse
defensor de los débiles porque él amonestó a Rosario por los ruidos mañaneros,
lo dejó correr, a pesar del desafío en la calle, se manejó con temple, es un
busca bocas, los nervios en las manos... ¿Habría reaccionado igual siendo el
corrupto policía del pasado?
Cumplió cárcel porque un narco le denunció
después de uno de sus asaltos, había violado su intimidad, irrumpido en su
domicilio sin orden judicial, lo había desplumado. El narco hizo valer sus
derechos, el juez le dio la razón.
Por desgracia ese es el panorama de
corrupción policial, refiere algunas noticias recientes donde él infiere los
entresijos que ha conocido y son los que rellenan la explicación de lo
ocurrido, la desaparición de parte de los alijos, etc., ese manejo paralelo, solapado,
de normas que soslayan las escritas. Existe la brigada antivicio,
anticorrupción, como en las películas americanas, versión española; pero de
poco vale.
A él le perjudicó, le destrozó, porque acabó
enganchado a la droga, sojuzgado a su tiranía. Hoy está en fase de
recuperación.
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