viernes, 1 de febrero de 2013

Macareno. Hace poco salió de la Clínica


  Hace poco salió de la Clínica San Rafael e, incombustible como siempre, ronda la zona de Cortadura, no porque pida restos de frutas y hortalizas en la lonja, que se la darían si lo hiciera, sino porque acaba de abandonar la casa de la hermana, donde ahora se hospeda. Los pies amoratados han mejorado bastante, por eso puede andar. La rabia, esa rabia-magma volcánico latente, bulle a poco se le espolee: ¿Crisis?, Ya quisiera que hubieran pasado lo que yo… Las cuencas de los ojos, de arrugas concéntricas, se le crispan, así como los mismos ojos que se humedecen y exaltan hasta brindar una cólera inusitada: Un pobre diablo cambia una cosa de sitio (que no roba) y a cumplir meses de cárcel, Un político roba y lo nombran director del Banco de España…, la voz ronca y cascarrabias.
  No se entiende que un indigente sea filofascista. No solo la grey política que comanda la democracia es objeto de sus invectivas, también la marrullera cohorte, según él, que transita por el Centro: Le pegaba fuego con todos dentro… Cuando estuvo alojado poco trato dispensó a los demás, centrándose en sus particulares refunfuños o diatribas que descuidaban la posible ofensa. Si alguno le apostillaba, le dirigía un reguero verborreico en espiral hacia lo ininteligible; el otro o sonreía desconcertado, o lo daba por loco.
  En la cartera lleva estampas de Hitler y Franco, admirados dictadores, delimitadores del frenético desorden que anima hoy el cotarro insolente: en blanco y negro, arrugadas. La tarjeta 65 oro de pensionista muestra el año de nacimiento: 1939. El aliento trasciende el olor del coñac mañanero, a las nueve ya ha visitado el bar embutido en su sempiterno anorak de plumas. En la bolsa de plástico inherente a su caminar errático no se sabe qué lleva, pero no los raros adminículos ornamentales que proporciona a algunos conocidos militares: escudos del ejército, de la legión, la guardia civil, pines ídem, etc.   

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