lunes, 13 de mayo de 2013

Ese hombre



Ese hombre es un hombre sabio
envuelto en una nube de tabaco
permanente
que es el aura de su memoria disuelta y densa
condensada en un habitáculo reducido
donde figura enfrente una pantalla que lo distrae
con seriales de risa y enredos
siempre el mismo canal por no perderlo debido a la impericia
con los botones
que le impone la ceguera.
La política y la religión ya desterradas por resueltas
en su nulidad o su indesplazable convicción.
La espera de la muerte sin miedo, incluso con desparpajo,
entereza y sorna.
Las taras dejándolas venir, asentarse, proliferar, concomerle
sin que el dolor doblegue su condición de guerrero espartano
terco y austero como pobre y disoluto que decidió ser hace cuarenta y cuatro años
cuando abandonó la próspera carrera de garbancero
para vivir sin dinero en el bolsillo
para trabajar esforzadamente en los más varios oficios
y luego gastar y ser libre y hacer el bien lo que pudo y calentar
las espaldas de más de uno bravucón y usurero
y amar a tres o cuatro mujeres de corazón
y a un centenar de pago putero
y predicar en los bares y tascas más recónditas y fascinar su
enérgica personalidad
y fastidiar con tretas a los déspotas
y viajar dejándose llevar como la tierra que abona las
raíces y arranca el viento para nutrir el monte o el tajo
o la cañada o el bosque o la arboleda
siendo socorrido en monasterios y centros de acogida
cuando lo precisó
o por la buena gente de los caseríos o barriadas
que luego recibieron a cambio apuntes de su saber de mundo.
Geografía caminante, historia y filosofía no intelectualista
todo arracimado entorno suyo ahora volátil en el denso humo
que le contiene
último vicio
invicto de las recomendaciones médicas
libre en su audacia contra la muerte
temeridad desdeñosa junto al calefactor incandescente que le pisa la manta
y pudiera prender
y es malísimo contra la circulación y la incipiente necrosis
que da igual
dejando en pañales el que desmiente a los testigos de jehová
con su sola actitud indomeñable (ya no los aguanta)
siendo el amigo
el verdadero y pragmático enviado según sus cálculos apostólicos
al que medianamente obedece
para no consumirse por entero
y prestarle de esa soledad amiga que lo acompaña en los días
las tardes, las noches, las madrugadas
el reposo apacible, la quietud colmada de chasquidos, los pasos improbables,
las respiraciones durmientes
los insectos, los brillos artificiales
a la espera de una resolución de su expediente
sin mucho dolor y sin dejar huella ni empañamientos ni molestias
dejándose ir sin fruición y con altura
siempre observando con sorna a quienes se movilizan a su alrededor
por hacerse buenos y perpetuarlo
en su estatuaria sabiduría de ciego terco aguerrido indisciplinado
humilde.

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