El bar
ha pasado por varios dueños a lo largo de los años, pero solo al último se le
ocurrió colocar un biombo de tela entre las mesas y la rampita de acceso al
Centro. Es inevitable que en la plazoleta deambulen los usuarios, que fumen, que
a veces riñan, que, en suma, ofrezcan un paisaje desdibujado y sórdido.
En una
mesa charlan dos chicas pizpiretas, en la del extremo, la última de la media
docena. José Listán deambula y fuma cerca, embutido en su anorack de los
rangers, las gafas de sol de diadema. No elude escuchar los comentarios que
intercambian con el dueño cuando este se les acerca y les sirve. Si por él
fuera, les comenta, levantaba un tabique entre medio para no ensuciar la vista
de sus clientes con aquel paisaje. José Listán piensa que habrá quienes les
molesten pidiéndoles tabaco, lo que no es su caso, ni tampoco ninguna costumbre
de los demás, a tenor de las formas que se guardan y del natural abastecimiento
que se da entre ellos. Si no es por esto, no entiende que un tal paisaje pueda
agredir la vista a nadie que no sea en exceso remilgado o neurótico. El dueño
se retira al interior del bar y las chicas prosiguen entonando la palabra
"indeseables" mientras convienen en que el Ayuntamiento haría bien en
favorecer estos modestos negocios con licencias de levantamientos de tabiques
en plazoletas públicas.
José
Listán sólo comentó:
- Si os
parece podíais vivir en una burbuja a lo Michael Jackson.
Antes de
un cuarto de hora aparecen a todo trapo dos coches de "los zetas" para
sofocar la bronca. El dueño salió como un energúmeno y la entabló con José
Listán gritándole desgraciado, indeseable, maleante... e hijo de puta. La
referencia materna no suele ser de buen gusto y José Listán recordó que la suya
había muerto seis días antes de él salir de la cárcel, y que, a pesar del
cáncer que soportaba, no dejó de visitarlo y luego telefonearlo de vez en
cuando. Desconocía que su comportamiento en la plazoleta no influyera en la
valoración que desde Luz y Agua o el Centro pudiera decretar una expulsión
definitiva y verse obligado a recuperar su puesto en Canalejas (el sosiego de
las noches de luna errante, el ruidoso día solventado entre sueños...), porque
entonces no habría tenido reparos en asirlo del cuello o endiñarle un estacazo en
la yugular con un lápiz (él no necesita navaja...). Se ha limitado a escuchar
impasible las groserías y, a lo sumo, replicarle (su vozarrón y tono pasota
nunca permitirá una interpretación ajustada) que dejara en paz la memoria de su
madre.
El jefe
de "los zetas" se llama Paco y ha aparecido de paisano porque vive
cerca y suele tener conectada la radio interna. Al oír el nombre de José Listán
no ha dudado en desplazarse. Por bajinis le ha entregado un billete de diez
euros al finalizar el altercado (eso no es nada comparado con lo generoso que
ha sido otras veces) y le ha dado la razón con que la culpa ha sido del dueño
del bar. “Vaya un ciruelo cómo se ha puesto, se hubiera merecido...”, sí, se
hubiera merecido... Solo por lo que se han derramado (y no ha habido roces),
han asegurado presentarse mañana a primera hora en comisaría a poner sendas
denuncias.
Es
difícil cambiar una vida, pero está en el intento; en el sempiterno intento que
a cada tanto se reanuda, gracias a la gente del entramado social que anda
detrás y le apoya. En salud mental le tratan, lo que quiere decir que cabe
escapar a su control la docilidad de su mente si no se medica. Sobrelleva los
grupos de Luz y Agua a costa de su exigua capacidad para verse confinado entre
cuatro paredes. Su inteligencia siempre apuntó a los trapicheos y no a la
facilidad de comprensión que ahora muestra en algunas clases y talleres. Con
cuarenta y dos años quizás no sea una persona acabada, destinada a acampar en
la calle, a dormir en una colchoneta inflable de playa, bajo el techo de la
entradilla de la agencia de viajes que cerró, frente a Canalejas; cerca de sus
antiguos dominios en San Carlos, donde hubo forzado varios coches abandonados
para convertirlos en los fumaderos de sus particulares clientes.
Allí
también disponía de un furgón para dormir, a donde el jefe de "los
zetas" se le presentaba para obtener información. No es ningún héroe de
película que eluda un trato de colaboración con la policía para ser confidente
a cambio de hacer la vista gorda por haber violado la condicional o recibir
material extraviado o una gratificación. Algunas de las más sonadas
intervenciones que hubo por esta zona e incluso alcanzando al Puerto y Sanlúcar
las facilitó él. No es un orgullo, es otra manera de negociar y sobrevivir.
Bastante ha chupado cárcel desde los veintiséis años en que atracó a un
anticuario en su casa. Lo tenía bien estudiado, la mujer y los hijos se habían
ausentado. Él solo le propinó dos guantadas y lo sentó y ató a una silla. Sabía
que cantaría al ponerle unas tenazas en el dedo meñique, le dio la combinación
de las cajas fuertes y, oh sorpresa, había hasta ocho millones. Lo malo es que
dejó las huellas dactilares; hubo de quitarse momentáneamente los calcetines
para girar la ruedecilla.
Lo de traer
costo en lancha desde Marruecos es baladí en comparación con los exquisitos
tiempos de paz que halló gracias a algunas mentes más abiertas. El encuentro
con el político de IU, J. Anguita fue casual, cuando andaba por Bolonia. Quiso
mostrar con él una deferencia económica y, a continuación, descubrió sus
habilidades de jardinería, de cuando hizo un curso en una escuela botánica de
Sanlúcar. Le dio la dirección de su chalé en esa zona, y al presentarse le
mostró un jardín descuidado que, con el tiempo, y ya acogido en una caseta
aledaña a la casa, limpió y reverdeció. A intervalos, sumó bastantes años de
dedicación allí. Incluso se tomó la licencia de dedicar un rinconcito a una
planta particular, para su provisión, a la que el político hizo la vista gorda.
Indudablemente ha quedado la amistad, aunque con el tiempo la relación se haya
cortado.
Es
posible que fuera bueno levantar un tabique en la plazoleta y darle facilidades
a los modestos negocios que precisan ofrecer una imagen que se acomode a la atención
de sus clientes. Además, para que así no estropeen el trabajo de la gente del
entramado social que se desvive por sacar de la ruina a los indeseables.
No hay comentarios:
Publicar un comentario