lunes, 27 de mayo de 2013

Vienen coqueteando



  Vienen coqueteando desde el día anterior, por fin Tito ha encontrado quien responda a sus mimos, una retrasada. Es algo paternal, didáctico, se sientan juntos en el comedor a hacer dibujitos y fuman a la puerta de entrada. En el bar hay música del Barrio y Tito hace palmas y taconeo; ella le ríe el salero con mueca alelada. Tito observa que se ha cambiado los pantalones, se ha puesto el de pijama; el contorno de las piernas y el trasero es blando; le señala con dedo experto un hilván.

  Angelo Brevi pasea por la plazoleta, el aire le sienta bien después de los lagrimones que ha vertido mientras decía que su enfermedad es de morir; espera un centro en Málaga. La proximidad de su aliento me causa aprensión. Le paso un clínex y se suena sangre; el bigote y la barba gris y apelmazada. Hoy no ocurrirá como ayer: para guiarse le he dejado la luz encendida del cuarto de baño, no se confunda de habitación y entre otra vez en la de las mujeres a sacarse la chorra y orinar. Estaba como grogui. La fregona echó chispas.

  Por la mañana Tito hizo un comentario borde al comentarle Mari Carmen Picardo la meada en su colcha; la contrahecha, jorobada y coja; la de piel tersa y pelo caballuno. Es normal que Angelo Brevi cause animadversión si hasta mi compañero se exasperó con él y le expulsó hace dos días porque farfulló insultos, indignándole su reentrada. Y a mí: que debía haber avisado a una ambulancia. ¿A una ambulancia por mear indebidamente?

  El chiquito y rugidor Tito es como tantos otros que atentan contra la presa herida y débil; está en su naturaleza despiadada y carroñera. La chica se ha acostado (dice) y él me brinda la lectura del diario porque no sé qué noticia pueda interesarme y también buenas noches.

  Al cabo baja Juan Cala con su infladura pectoral, que cierra bajo cremallera, haciéndome un guiño de confidente.

  - ¿Seguro?

  Subo indignado y mis tintineos de llaves tras la puerta del cuarto de baño no disipan el ardor de la acometida. Los jadeos son quedos y acompasados. Puede significar la expulsión si entro, y no quiero desmoronar un año de grupos, prácticas laborales y talleres en Luz y Agua. Ay, Tito, Tito de Cái.

  Aguardo en el extremo opuesto, cercano a la cama de Brevi, al que he arropado maternalmente hasta la barba sucia. Tito sale sigiloso de puntillas, con los zapatos en la mano, sin respirar, como en un dibujo animado, la cazadora de cuero abierta. Me hago ver y me ve; pero prosigue celérico escaleras arriba. La chica, asomada la cabeza, también me diquela.



  - Contigo tengo que hablar.

  Es por la mañana, las caras soñolientas se revuelven entre las sábanas, las habitaciones se desperezan entre crujidos de puertas y chorros de lavabo. Tito ya se ha duchado, termina de vestirse, me mira y asiente adusto y resignado.

  Angelo Brevi pasó buena noche, apuntó secuencialmente a la taza. Hay cometarios alrededor cuando la afectada animación de Tito mientras baja las escaleras la sofoca mi indicación de entrar en el despacho de dirección.

- Sé qué me vas a decir –emite con voz apenada, mientras cierra tras de sí la puerta y se coloca firme, las manos a la espalda y la mirada alta para escucharme.

1 comentario:

  1. Qué duro lance.
    ¿Alguien sabe si le hubiera gustado ser el cazador de Blancanieves?

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