jueves, 11 de julio de 2013

Me acuerdo de usted



  -Me acuerdo de usted –la voz afónica y triste -. Hace dos años. Iba por San Fernando, por donde el Mercadona, cerca de la estación, con un grupo de chavales. Me saludó. Me preguntó qué tal. Charlamos. Le pedí cincuenta céntimos y me dio dos euros. Sí. Me acuerdo bien. Usted no se acuerda. Pero yo no me olvido – la cabeza alargada haciendo leves ondulaciones, los ojos brillando al rememorar con agradecimiento un gesto irrelevante-. He estado muy mal. A punto de morirme. Estuve ingresado. El médico me dijo: A la próxima que bebas, la palmas. Y llevo ya dos meses sin tomar alcohol. Menudos dolores de hígado. Aquí –se señala el costado -. Y además sin comer. Cuando bebo, ni como. Paso uno o dos meses sin comer, así estoy de flaco, ¿no me ve? - la delgadez acusada, escualidez más bien-. Tengo cuarenta y ocho años y necesito no probarlo más, ya no hago más el burro. Pero es que estando solo, durmiendo en la calle… He cometido errores, vale. No he controlado el alcohol. Mi beber es pacífico, eso sí. Sin dañar a nadie, solo a mí mismo. Todavía me dan los pinchazos ¿sabe usted? Aquí. Aquí en el hígado. Esto es el hígado ¿no? – la camisa holgada se arruga sobre el costado-. Pues sí… Sí que me acuerdo de usted. Me dio dos euros. Hace dos años.

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