viernes, 27 de enero de 2012

Escandalera a la mañana. Duchas.

  Bajito, macizo, fornido. Escandalera a la mañana. Prisa por el uso del baño, acapara el otro porque se ducha, no es hora, está la tarde para ello. Golpea la puerta, apaga la luz, manipula el pomo, haciendo que abre. Miguel Sancho, gafas-lennon, torso desnudo con rosa tatuada en el pecho, tenue, descolorida, pareja de María, la oblonga desformada, sale protestón, encarándolo, pespunte de pelea, intento vanamente apaciguar los gritos, sin efusión, tranquilo. Juan se dirige al baño y, ejemplificando su uso, lo acapara solo dos minutos: -¡Por la mañana solo lavarse, no más, y andando! -no consigo que baje la voz.
  No desayuna. Cuando va a marcharse le advierto: -Mañana no me monte este numerito.
  No se rinde: -Qué numerito. Si tengo razón.

  Y por la tarde se le expulsó.
  Curioso que viniera con el mismo cántico, a la pareja le reprochara el uso mañanero de los baños, y a Víctor, el chico del portátil, la melena grasa y rizada, las paletas lebrunas y desviadas, que se mirara tanto al espejo, si es que era maricón.
  -Qué le había hecho. Yo soy una persona educada y con vergüenza, si llega a dar con otro. Me ha dado pena verlo sentado en un banco.

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