miércoles, 4 de enero de 2012

No debía haber bebío

   » No tenía que haber bebío, ni aunque fuera noche vieja. Llevaba tres mese sin probar el arcohó; y ahora... No; no tengo excusa. Pa ti no será un problema; pa mí sí que lo es. Ha sido un culo de champán; medio de cava y otro asín, hasta arriba, también de cava. Es poco; vale. A mí eso no me afecta; con lo que yo acostumbraba... Pero no vale; ahora me da cargo de conciencia; y es porque no estoy aún curá; haber bebío me lo demuestra. El marte se lo digo a la asistenta sociá y a la sicóloga. No; no me lo puedo callá. Podía haber disho no perfectamente. Me he dejao arrastrá. No es culpa del Centro, es lo normal que tenga un detalle, tal día como hoy. Pa`l gallego, el mallorquín o la extremeña no será un poblema y se lo pueden permití; pa mí lo es; es decí, debería haber disho no. Y si pa ellos también lo es, a mí no me imporrta; a mí quien me imporrta, soy yo; yo soy la que debe cuidar de mí misma. Me han animado; vale; pero tenía que haber disho no. El arcohó es una enfermedá, yo la padezco, y no estoy curá. Soy muy impulsiva y podía haber apetecío otra copa, y otra, y otra, y otra. Entonces la hubiera liao. Yo sé que no estoy curá. Que necesito ir a un centro con profesionales que sepan curarte. He probao Arca y otras terapias de grupo y no me han servío. Necesito quedar interna. No voy a relacionarme con las demás, no voy a tener amistad con las demás, porque pueden influirme, porque su historia es la mía, porque el problema se soluciona aprendiendo de las buenas compañías, de los profesionales. No quiero volver a mi casa. Tengo casa. No la que salió ardiendo; no la que yo quemé. La Administración me ha dao unas llaves, se las he´ntregao a la asistenta y a la sicóloga, yo no quiero ocupar la nueva casa, no estoy curá. Dicen que fui yo; no lo recuerdo. Había salío. A lo que yo salía de noche, a recolectar colillas, si es que no conseguía que nadie me diera tabaco. Había bebío, ¡claro que había bebío! Pero otras veces había bebido más y podía recordar perfectamente. Dicen que me dejé las velas encendidas. Las usaba porque tenía cortá la´lectricidá; no la pagaba; el dinero pal´arcohó, naturalmente. Los vecinos se pusieron a insultarme. Los comprendo; claro que los comprendo; yo en su lugar haría lo mismo: ¿cómo permitir que una borracha les pusiese en peligro de muerte? Me los pude haber cargao a tos. Porque casi sale ardiendo la finca. Y a tiempo detuvieron las llamas los bomberos: antes que alcanzaran la bombona de butano; si llega a explotar, no te digo na. Entonces pensaba en vorvé a ocupá la casa. Me dije: por mu mal que esté... Y a los vecinos que les fueran dando. Al día siguiente, después de pasá aquí la noche... ¿fuiste tú el que me reciste, verdá?, ¿ves?, haciendo cuentas, lo supuse; estaba histérica perdía y no recuerdo na...; al día siguiente me acerqué a la casa y estaba tó destrozá. Los bomberos la habían arrasao: tabiques desmoronaos, muebles´strozaos, enfangao el suelo... Ahora veo que los vecinos tenían razón. Era un peligro. Y como sigo siéndolo, no quiero ocupá la nueva casa que m´an dao, las llaves que las guarden la asistenta y la sicóloga, no las quiero hasta no estar curá. Tres mese no son na, ya lo has visto. ¿Y si hubiera habío más champán? Y no me lo niegues si te digo que quiero; es peor; musho peor. Yo sé que tú sabías cuál era mi problema; pero como yo diga quiero, no lo impidas, que entonces cojo la puerta y lo busco en la calle. A mí me da igual que los otros beban y yo no; no ha sío por seguirles el juego; no ha sío porque no quisiera parecé rara. Sencillamente, me apetecía. ¿Has visto cómo he bebío? De un solo trago cada copa. Esto demuestra que no estoy curá. El arcohó te destroza. Fíjate si te destroza que mis niña las tiene su padre, a mí no me las dejan; y yo quiero a mis niña una cosa mala, no te vayas tú a creé. Pero, y el peligro que corrían... Ahora me doy cuenta; ahora es cuando estoy viendo las cosas; después de tres mese sin bebé... ¿Tú crees que una madre hace esto? Estaba atacá de los nervios; estaba encebollá. Y me puse a berrear y a tirar cosas. Las niña se asustaron: ¿qué le pasa a mamá?, ¿qué le pasa a mamá? A la que se me acercó le volqué un paquete de azuca en la cabeza, salió pitando, aterrada, el pelo blanco de azúcar, esparciéndola por los suelos. ¿Tú crees que una madre hace eso con una hija? Vino, la inocente, preocupada por mí, y voy y le vuelco el paquete. Tiene guasa. La otra se escondió también, y yo no sabía dónde cuando cogí el cuchillo de cocina. La hoja así de grande, afilada, de cortar carne. Me corté la muñeca, lo pasé por las venas, pero no acerté; me hice sangre, sí; pero no me las corté. Y como vi que no podía, que no era capaz, después de un par de intentos, apoyé la punta en el vientre, y venga, apretando con las dos manos; nada; era incapaz; no conseguía matarme. Y como no lo conseguía, de la frustración, arremetí contra los muebles; una puerta la destrocé a puñaladas. Recorrí frenética la casa con el cuchillo, clavándolo en tos laos como si fueran enemigos. Eso pasa con el arcohó. Ves alucinaciones. Las cosas vuelan y saltan sobre ti, no hay manera de quitártelas de encima. Y yo, venga, con el cuchillo. ¿Y quién crees que había escondida bajo las sábanas cuando arremetí contra la cama, cuando hundí el cuchillo en el colchón? No me di ni cuenta. ¡No sabía que estaba allí mi niña! ¿Te das cuenta de lo peligroso que es el arcohó? Por su culpa he causao mucho daño; vete a sabé si a mis niña no las he traumatizao. ¿Crees que querrán volver a ver a su madre? Yo las quiero con locura, una jartá. Pero comprendo que me las hayan quitado. Ahora lo comprendo. Ahora veo lo que he sío. Por eso sé que no quiero bebé. No sé lo que quiero, pero sí sé lo que no quiero. No quiero volvé a bebé, no quiero causá tanto daño. El arcohó es una enfermedá, y yo necesito profesionales que me traten. No puedo estar sola; no puedo tener mi casa, hasta que no esté curada. Sé que no quiero volvé a esa vida; pero me tienen que ayudá; sola no me valgo. Aquí me he dado cuenta. En el Centro. Los tres mese que llevo. La mayor parte del día en la calle da para aburrirse y pensar en todo. He aprendío a verme viendo a los otros. Por ejemplo, al Henry. ¿Crees que puedo odiarlo porque haya pegado fuego a su habitación, y casi al Centro?, ¿porque casi salimos todos ardiendo? No. No, porque él, he sido yo; no puedo volverme en su contra; él no es consciente. ¿Qué dice si le preguntas? Que han venido por él. Que han intentado matarle. ¡Claro! ¡Las alucinaciones! ¡Los demonios! Los demonios que asoman, rugen, te atrapan. Los demonios me han sobrevolado cuando he tomao el champán y luego el cava. No importa que sea noche vieja. El martes se lo digo a la asistenta y a la sicóloga. Cuanto antes me manden al Centro, mejó.

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