lunes, 12 de diciembre de 2011

El primo del Kiko

El invierno atenaza.
A menudo hay contiendas territoriales
(hasta navajas ha visto
en el aparcamiento de San José).
El verano y el otoño lo pasa
durmiendo a la intemperie
en la obra del cementerio
(más cuatro lituanos, dos alemanes;
con un arpón escondido en el
regazo: ¡como alguno se atreva!...)

Siempre advirtió con 
voz mesurada, ronca, ladina:
“Como a mi primo lo busquen,
lo encuentran”. Y como lo buscaron,
se sacó dos derechazos
y noqueó al gallito.
Él abandonó por cansino
y beodo (no recuerda cuando
desarboló un bar a trompadas;
porque se lo contaron…).

La piel más áspera que
hace ocho meses
(ocho meses de calle).
Las lagunas mentales más agudas.
Ha olvidado los términos.
Ha recuperado la jerga desfachada.
Hasta la primavera
que vuelva a aparcar coches.
Que vuelva a vender pescaíto.
Hombre de calle.

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