viernes, 23 de diciembre de 2011

Santi, apresado en Barcelona.

  » El abogado, un capitán de artillería, se enrolló conmigo. Éramos un grupo de cinco, entre ellos Pilar, que fue la que me introdujo. Se dio a conocer de manera curiosa. Yo paraba en el bar Ópera, enfrente del Liceo. Al salir se me acercó por detrás y me tiró de la camisa para tapar la culata de la 38 mm. que había quedado al descubierto: “Oculta eso, que tú no eres policía...” Me habían estado estudiando, y les parecía apropiado: “¿Te parece venir a Mallorca a volar un cuartel de la guardia civil? No tendrás que hacer gran cosa y ganarás un pastón. Abandona las putas y los robos de bancos.” Dije que sí. Pero no llegamos a viajar a Mallorca. Un día íbamos por la plaza Cataluña, yo llevando escondida bajo la camisa una ristra de bombas cuando, de pronto, se detuvo y me dijo: “Dame una y espérame en El Corte Inglés.” Atentó contra un vehículo policial que había por allí: mató a cuatro policías. Le dieron garrote vil en el 72. También conocí a Salvador Puig Antich; pero éste pertenecía a otro grupo, al MIL (movimiento ibérico de liberación); anarquista catalán; entonces todavía no existía la ETA ni el GRAPO. Cuando le fueron a dar garrote vil hubo movimientos en contra, tuvo repercusión internacional. Fue el último ajusticiado por Franco. El fiscal pedía para mí pena de muerte, se quedó en cadena perpetua. “No te preocupes -me dijo mi abogado, el capitán de artillería-. Franco está al caer y habrá amnistía general.” Y así fue. A los cinco años recuperé la libertad.

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