miércoles, 21 de diciembre de 2011

Fede. Después de apabullarme.

Después de apabullarme con el “loquillo” (alargar la elle al pronunciarlo)
con aquello de que “vos dormís en casa a la salida y aquí nadie durmió por
culpa de no botarlo…”
Comoquiera que al “loquillo” lo boté…; ya repuesta la cordialidad, y dada
la naciente simpatía, le espeté: “Vos parecés Cortázar… el de Rayuela (alargar
la y griega…” “Julio”, dijo él. “Sí; no me salía el nombre”, dije yo.
El mismo alto, el mismo ademán calmo de andar pauso, la misma voz musicada
jazzswinguera, el mismo entrecejo decaído, la misma sonrisa a medias de tinta de 
máquina, el mismo humo de tabaco de Oliveira y la Maga… la voz de “toco tu boca…”
pero sin defecto de frenillo…

Pero esto fue después de celebrar anoche su cumple al tocar las doce. Dos cola caos
calentitos y un par de galletas viendo el final de Hulk, para él y su amigo gitano
de mejillas carnosas y melena lacia que partió a la mañana para Algeciras y ya no lo
verá más en la vida.

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