martes, 10 de abril de 2012

La tos eruptiva de Hernández


Tiemblan las manos
de Hernández Hernández
de forma exagerada.
El cola-cao se le derrama,
la cucharilla de azúcar sale por los aires.

He visto tal temblor muchas veces.
De grado siete en la escala Richter
del cuerpo.
El síndrome de abstinencia.
Una copa mañanera lo apacigua
y lo exacerba.
Binomio contradictorio
que atenaza la vida del alcohólico.

Tras el desayuno se sienta
en las sillas del vestíbulo.
La chamarra abierta
la barriga prominente
las gafas desencajadas.
Tose. Tose exageradamente.
Es un ataque habitual, compulsivo,
con perdigones de saliva y efluvios.
Las sacudidas
minimizan el molesto
temblor de manos.

Al lado está sentado Becerra
que regentara dos puticlubs
en Marbella y San Pedro de Alcántara.
El virus (VIH) estancado
hace veinte años, sin regenerarse
por fortuna.
La cicatriz en el abdomen
de la cuchillada de una novia-puta
a la que perdonó
y siguió causándole problemas.

La tos eruptiva de Hernández
resulta molesta.
La poética de la indigencia se desata
recriminando violentamente
que tosa.
- Váyase lejos, hay que ser cerdo. Que se
esté en la calle no significa que no se lave

Becerra repeinado
la piel áspera, de surcos, un
arete en la oreja,
el bigote recortado.
En su hijoputez
se desbrava en invectivas
apestosas.

Hernández se quita de en medio.
Entre la tos y la prudencia
no replica.
Toma su equipaje
y abandona el Centro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario