lunes, 9 de abril de 2012

Ola de frío


El Centro hay que acomodarlo,
a pesar del exceso que desborda las plazas,
es decir,
apartar sillones y mesas para la distribución
por el suelo.
Alguno se extiende sobre tres sillones contiguos,
ojo,
no son mullidos,
como de salón de casa,
más bien de sala de espera de dentista.
Liados en mantas,
agoto la remesa de sobra.
Es verdad que la proximidad de los cuerpos
brinda calor humano
(y olores enervantes).
El sueño en el frío suelo
las mantas insuficientes,
entre patas de mesas,
plácida majestad, auxilio de la noche
que les hubiera aguardado hipotérmica.
Frío de losa
que trasciende el envoltorio
amortiguado por esta aventura
de un techo amigo.
Todos los días
fueran olas de frío
para saltarse las normas
y eludir la calle
los rincones oscuros
desabridos
los cajeros
sin hucha que les sirva
para barruntar
un futuro.

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